El Principio


Por Mtro. Carlos Arce Vargas, Diseñador de Iluminación

Primero fue la luz, luego el espacio y el tiempo. En otras palabras, partimos sabiendo que desde nuestros orígenes sin la luz no existen las formas, el volumen, el color, los contrastes, la belleza, la pintura.

Antiguamente ya existía el manejo del comportamiento de la luz, con posibilidades más rudimentarias, como el uso de  las velas, el gas, el aprovechamiento del la luz natural filtrados por aperturas con vitrales y el movimiento del Sol a través del día.

Posteriormente, con la llegada de la electricidad, la tecnología descubre su gran alcance, al modificar intensidad y precisión en su aplicación.

En esta época moderna, el hombre pasa el 80% de su vida con luz natural o artificial, y todo la información que recibe es por el órgano de la vista, pero aún así no descubre las enormes posibilidades artísticas de este fenómeno fisiológico, pues es confundido por el gran desorden visual a que se somete día con día.

En el caso de las Artes, básicamente el Teatro (que también desde sus inicios aprovechó en forma artística la iluminación), comienza en la búsqueda de un nuevo personaje para incluir a sus elencos: el diseñador de iluminación artística, personaje creativo, que le permite contar historias, trazar caminos, moldear y recortar figuras; asimismo, aplica la sombra en busca de un lenguaje o un estado de animo.

Actualmente, grandes compañías hacen investigaciones visuales para explorar a profundidad los valores de la comunicación visual. Hoy por hoy se debe conocer las posibilidades que encierra la tecnología moderna, y su aplicación y conocimiento sobre estas herramientas que comienzan a ser muy usuales en nuestro medio.

Ya que la luz sigue siendo lo primero desde nuestros orígenes, pues “sin luz no se puede ver”, y que la herramienta tecnológica cambia vertiginosamente, el conocimiento que tengamos de ella nos permitirá ampliar nuestros conocimientos en ser buenos artistas visuales, y hacer de un rayo de luz un medio dinámico de expresión emocional.

La gente que se dedica a diseñar iluminación, cualquiera que sea su especialidad, nunca deja de aprender, permanentemente está analizando, observando y enfrentando nuevos retos a resolver estéticamente. Un diseñador de iluminación tiene la obligación de dominar todos los aspectos de la tecnología, así como estilo, composición, balance, aspectos estéticos y emociones humanas.


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